Tulsa

Llevar el misterio de Dios a todos los lugares

El padre Samuel Pérez Díaz, párroco en Tulsa (OK), tiene una historia llena de servicio y amor al prójimo, en los tribunales eclesiales, en la atención y ayuda penitenciaria. Quince años de sacerdote y nueve años de párroco; hay mucho que celebrar y agradecer…

Por Chucho Picón

El Padre Samuel, originario de Guadalajara Jalisco, celebra el próximo 13 de junio su aniversario de ordenación sacerdotal. Comparte cómo han sido estos 15 años de servicio y atención al prójimo y, sobre todo, recuerda que los nueve años como párroco en Santo Tomas Moro (Tulsa, Oklahoma) han sido un éxito por la gracia de Dios, así como por la participación y ayuda de los vicarios. Reconoce que sin ellos no podría servir a todos los hispanos y católicos que asisten a Santo Tomas Moro.

Para el padre Samuel es muy importante delegar las tareas y responsabilidades en los vicarios que lo acompañan y reconocer sus talentos, pues considera que un párroco no es un todólogo.

Creé que uno de los grandes pecados de los párrocos, es el sentirse como dioses, porque “no podemos hacer todo, por eso hay que delegar y trabajar en equipo con los vicarios”.

El padre Samuel tiene en su sacerdocio una experiencia que le ha cambiado la vida: la atención penitenciaria, una actividad que lo ha marcado y lo ha trasformado, convirtiéndolo más humano y más sensible ante las heridas de los presos y reclusos. Reconoce que ahí se hace presente Jesucristo, en el contacto directo, en el abrazo sincero a los presos, en la escucha de sus necesidades, en la confesión de sus pecados: “el sacerdote tiene una gran misión y está llamado a no juzgar, ni condenar,  sino más bien el llevar la misericordia de Dios a todos los lugares y en esa periferia que son las cárceles, que de alguna forma se haga presente ahí Dios”.

Otra de las responsabilidades que tiene el padre Samuel en la diócesis de Tulsa a lo largo de estos años y que para algunos es poco conocida, es el de ser juez principal en el Tribunal Eclesial Diocesano con especialidad en nulidad de matrimonios. Como juez, apegado a la ley eclesial y ante las pruebas presentadas y los testimonios de los testigos, determina si un matrimonio es nulo o lícito según el derecho canónico.

El Padre Samuel concluye diciendo que el matrimonio nulo es por algún defecto canónico, no es un divorcio y tiene que cumplir ciertas características, pues es un matrimonio que nunca existió.

Otra de su labores es fungir como defensor del vínculo matrimonial, ante esto, él tiene que buscar todos los elementos jurídicos necesarios que puedan sostener que el matrimonio es válido y lícito.

 

Publicado en la edición impresa de El Despertador Hispano de mayo de 2018 No.12